El agrandamiento del gobierno central va en contra del espíritu y la letra del libre mercado, dado que un gobierno grande es sinónimo de intromisión, de impuestos y de injerencia en la las libertades de los individuos.
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John Stuart Mill |
Ya decía John Stuart Mill que es innecesario y contraproducente agregar funciones adicionales al gobierno, puesto que los individuos, mayoritariamente, entonces darán por sentado que tales tareas serán hechas por el estado (por ejemplo, obras públicas, seguros, bancos, universidades) y, en buena manera, se enerva la actividad de las personas, la iniciativa personal, y, finalmente, se cercena la libertad individual. Justamente la libertad individual para que cada persona pueda elegir y no dejar que el gobierno decida por nosotros, equivocarnos con nuestras propias decisiones y no con las de otros. En definitiva ganarse el pan con el sudor de la frente y no con el sudor del de enfrente.
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Así, en el federalismo lo importante es que el gobierno de la provincia A no intervenga en la vida de los ciudadanos de la provincia B o C. Como bien señala Antonio Martino, de la Universidad de Roma, a su vez los gobiernos experimentan políticas públicas con procesos de prueba-error. Martino reitera que una descentralización en pequeños y muchos gobiernos permite la pacífica confraternización entre las diferentes etnias, grupos lingüísticos y geografía en los países. Cada provincia federal tiene entonces la libertad de gobernarse como le plazca, compitiendo finalmente por los habitantes, donde las exitosas atraigan más gente a vivir en ellas que las restantes. Pequeños países dentro de un gran país. Así fueron fundados en sus comienzos naciones como Suiza, Argentina, o el mismo EE.UU., que es en realidad no una nación sino un continente de 50 naciones con un gobierno federal que solo centraliza reducidos y limitados poderes, como la defensa o las relaciones exteriores.
En síntesis, si defendemos la libertad a través, claro, de un gobierno limitado y centrado en sus tareas esenciales, debemos también necesariamente abocarnos a la tarea de lograr un verdadero, efectivo, seguro y práctico federalismo.
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