Mostrando entradas con la etiqueta constitución. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta constitución. Mostrar todas las entradas

sábado, 30 de agosto de 2014

¿Cuál fue el legado de Alberdi para la Argentina? (*)





Estoy muy contento de estar aquí, no solo porque tengo la oportunidad de exponer ante tantos amigos que aprecio, sino porque lo hago con motivo de honrar a Juan Bautista Alberdi. 


Alberdi, padre de nuestra constitución, una constitución liberal, es solo comparable con próceres de la altura de Thomas Jefferson en Estados Unidos.



Hoy en día todos hablamos de constitucionalismo, pero somos pocos los que en verdad hemos leído y estudiado la constitución. 

Una constitución que limita al gobierno y les da libertad y poder a los individuos.

Pero, en mi condición de estudiante universitario, quiero darle a estas palabras un sentido y una reflexión que nos atañe a todos los argentinos en cuanto hace a la educación y la visión que tienen los futuros dirigentes acerca de nuestra historia.

En este sentido, y sabiendo que hoy iba a tener el honor de compartir con ustedes estos minutos, en las últimas dos semanas me tome el pequeño trabajo de hacer, en las clases que frecuento, una mini encuesta. Por supuesto, aclaro desde ya que no tiene ni remotamente la rigurosidad que saben darle quienes se dedican a esta tarea. Lo mío es simplemente una muestra muy reducida y tal vez no científica del panorama que nos encontramos en los claustros de nuestro país. El tema fue la simple pregunta, ¿Conoces a Juan B. Alberdi? ¿Cuál ha sido su obra y su legado? Entrevistados veinte compañeros de distintas clases, 15 de ellos desconocían totalmente al ilustre tucumano. De los 5 restantes, 3 tenían una idea más o menos acertada acerca de la vida y la obra de Alberdi, mientras que los 2 últimos “aprobaron” satisfactoriamente la requisitoria.

¿Qué primera conclusión nos deja esta experiencia? Que la tarea que nos debemos en la Argentina es monumental. Si todos sabemos que hoy nos debatimos en un interminable circulo de inseguridad, inflación, estatismo desenfrenado, déficits y defaults, la más grande tarea que tenemos por delante es restablecer los verdaderos valores republicanos, es decir, los valores alberdianos.

Hoy, 160 años después hemos dado un giro de 180° y hacemos todo lo contrario a lo que dice esa constitución. Ciertamente, este cambio tan pronunciado no empezó ahora, pero la verdad es que en los últimos tiempos el sentimiento de decadencia es notable.

El gobierno se mete en el comercio, el gobierno provee salud, el gobierno brinda pensiones, el gobierno saca el petróleo, administra los ferrocarriles, transmite el fútbol, hace encuestas de rating televisivo, ordena la grilla de la TV paga, gasta millones en subsidios sin sentido y sin control, y asfixia a los que producimos con una carga impositiva nunca vista. Todo, absolutamente todo, muy lejos del espíritu y la letra de la constitución alberdiana de 1853. Ya sabemos que  casi el único rol que en verdad debería cumplir, que es el de legislar, juzgar y administrar un reducido estado público, lo hace de una forma totalmente corrupta, llena de amiguismos y privilegios.


Hemos violado la constitución con varias reformas, que no hicieron otra cosa que agrandar la omnipotencia del estado por sobre las libertades de los individuos. Alberdi, que deseaba casi ilimitadas y abundantísimas libertades civiles, entre las que están las libertades económicas de adquirir, enajenar, trabajar, navegar, comerciar, transitar y ejercer toda industria licita, jamás hubiera aprobado ni consentido ni una fracción del engendro en el que nos encontramos hoy. Lo explicó muy bien, por otra parte, en su Sistema Rentístico de la Confederación Argentina.


Amigos: la constitución es la ley suprema, es el primer bastión de nuestras libertades, y de ninguna manera puede ser contradecida, puesto que la constitución da garantías de que sus leyes orgánicas no serán excepciones derogatorias de los grandes principios consagrados por ella, como se ha visto más de una vez. Es preciso que el derecho  administrativo no sea un medio falaz de eliminar o escamotear las libertades y garantías constitucionales. Por ejemplo: la prensa el libre, dice la constitución; pero puede aparecer una “ley de medios” y crear tantas trabas y limitaciones al ejercicio de esa libertad, que la deje ilusoria y mentirosa. También el comercio es libre, dice la constitución; pero viene el fisco con sus reglamentos, ordenanzas, estatutos, legislaciones y todo tipo de trabas que lo tornan ilusorio.  En palabras del mismo prócer, “Gobernar poco, intervenir menos, dejar hacer lo más, no hacer sentir la autoridad”, “La riqueza de las naciones es obra de las naciones, no de sus gobiernos”. Yo diría entonces, se progresa no por el gobierno, sino a pesar del gobierno. En el caso de la libertad de trabajo, las leyes de salarios mínimos o estabilidad de los empleados públicos son ejemplos de lo que no debiera hacerse. Ya lo dijo también Alberdi que “garantizar trabajo a cada obrero sería tan impracticable como asegurar a todo vendedor un comprador, a todo abogado un cliente, a todo cómico un auditorio”. La ley que tuviese ese poder, bien dice el prócer, solo podría tener ese poder a expensas de la libertad y de la propiedad. Pues esa es, precisamente, nuestra situación hoy. Finalmente, el estatismo exorbitante que hoy tenemos es claramente inconstitucional, antialberdiano. Este lo señala cuando expresa que “la constitución ha impuesto al Estado la obligación de no intervenir por leyes ni decretos restrictivos en el ejercicio de la producción o industria comercial y marítima”.




Hoy estamos aquí conmemorando a Juan Bautista Alberdi. Aunque me parece excelente esta iniciativa, creo que sería mejor que dejemos de conmemorarlo un solo día y volvamos a evocarlo todos los días defendiendo la constitución contra los que la franquean, trasponen, cruzan y la esquivan.

Y he aquí, entonces, el verdadero legado de Juan Bautista Alberdi, por sobre su extensísima y variada obra: debemos luchar incansablemente para que en nuestro país vuelva a regir el estado de derecho, que decir “ser argentinos” pueda expresarse con el orgullo de quienes sabemos que nos espera un futuro de grandeza y no la declinación que nos embraga desde hace ya demasiado tiempo.

Muchas gracias.


(*) Charla brindada en el evento LibreMente en honor a Juan Bautista Alberdi, en la ciudad de Mar del Plata, el día 29 de agosto de 2014.




sábado, 24 de diciembre de 2011

Infierno para todos

Toda mi vida me dijeron que un terrorista era alguien que ejerce terror sobre las personas, para  hacerlas entrar en pánico. Los métodos usualmente empleados por los terroristas son los asesinatos, las bombas, los secuestros, etc.

El caso mas famoso, por lo menos de los últimos 15 años, de terrorismo es el de Osama Bin Laden. Estaba acusado de incontables crímenes, entre los cuales se encontraba la destrucción de las torres gemelas en EEUU.  Las atrocidades que este individuo cometió hizo que un país se obsesionase con él y lo buscara hasta el cansancio, desatando invasiones a 2 países, e incluso limitando las libertades individuales de las personas en EEUU. Finalmente, en 2011 lo mataron, luego de mas de 10 años de persecución.

Pues bien, Bin Laden es lo primero que se me ocurre cuando nombran la palabra “terrorista”. Pero parece que en Argentina tienen una visión muy diferente a lo que significa ser un terrorista…

Hoy en Argentina ser terrorista es, dicho en palabras simples, todo aquel que no comparta el relato oficial y difunda una opinión diferente.

En este caso… yo perfectamente sería un “terrorista”. Por lo que ¿me pondría a la altura de Bin Laden? ¿Acaso maté a alguien? Si me fuese del país ¿me buscaría la INTERPOL por acciones de terrorismo en Argentina? Queda clarísimo que esta nueva ley no es más que un nuevo recurso del gobierno para callar a los opositores y anestesiar aún más a la gente que los votó, en especial a aquellos que reciben las prebendas del estado.
 
Citando de la Constitución:

            “Art. 14.- Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes que reglamenten su ejercicio; a saber: de trabajar y ejercer toda industria lícita; de navegar y comerciar; de peticionar a las autoridades; de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio argentino; de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa; de usar y disponer de su propiedad; de asociarse con fines útiles; de profesar libremente su culto; de enseñar y aprender.”

Como ya se sabe, es más fácil que Palestina se amigue con Israel, antes que en Argentina se respete la Constitución… por lo tanto, es inútil que se cite un artículo de la misma para defender al individuo.  El espíritu de la Constitución, pensada por Alberdi como bastión máximo para limitar a los gobiernos, ha dado un giro de 180º y es ahora un compendio de palabras simbólicas redactadas en 1853.

 Como conclusión, a partir de hoy me convierto en un “terrorista” para el gobierno de Argentina. Viviré con el miedo de que me multen por decir lo que pienso; con la bronca de no poder vivir libremente y de estar atado a la suerte del día a día; vivir a la expectativa de no saber si tendré que cerrar este blog por no ser oficialista; con la esperanza de tener algún futuro en este país…

Sin más digo ¡BIENVENIDOS A DICTADURA DE LA EX REPUBLICA ARGENTINA!