martes, 31 de enero de 2012

No faltan dólares, falta inteligencia


La vaca "sagrada"

El actual gobierno, con una visión mercantilista que atrasa por lo menos unos 350 años, considera virtuales “vacas sagradas” los dólares en caja resultantes del superávit comercial. El freno a las importaciones, el proteccionismo comercial, y las barreras arancelarias declaradas o encubiertas son, entre otros desatinos, las “medidas” que implementa para lograr ese supremo objetivo: la caja rebosante de billetes.



Pero, para sorpresa de estos gobernantes, las cosas no salen como quisieran: los dólares escasean a pesar del proteccionismo, los controles cambiarios, las declaraciones juradas y demás errores. Las divisas “escasean” y no alcanzan para el pago de la deuda o las restringidas importaciones. Ahora bien, ¿es cierto este faltante? ¿Existen “faltantes” o “sobrantes” en una economía libre? ¡¡Claro que no!!


Dólares, dólares, dólares. 
Veamos. Como es sabido, la interacción de oferta y demanda determinan tanto la cantidad como el precio de un cierto bien en el mercado. Si dejamos actuar libremente ambas fuerzas, se establece el precio de mercado, de manera tal que a ese precio todos los compradores y vendedores hacen las transacciones. No falta ni sobra. ¿Escapa el dólar (o una moneda en general) a esta regla? ¡¡Por supuesto que no!! La moneda es un bien o una mercancía como cualquier otra y, por lo tanto, le caben los mismos parámetros generales, más allá de que su producción, en casi todo el mundo, esté monopolizada por los bancos centrales gubernamentales.

Resumiendo, ¿faltan dólares para pagar las importaciones o la deuda?  No. Lo que falta en nuestro país, y mucho, son neuronas, inteligencia, estudios y sentido común.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Infierno para todos

Toda mi vida me dijeron que un terrorista era alguien que ejerce terror sobre las personas, para  hacerlas entrar en pánico. Los métodos usualmente empleados por los terroristas son los asesinatos, las bombas, los secuestros, etc.

El caso mas famoso, por lo menos de los últimos 15 años, de terrorismo es el de Osama Bin Laden. Estaba acusado de incontables crímenes, entre los cuales se encontraba la destrucción de las torres gemelas en EEUU.  Las atrocidades que este individuo cometió hizo que un país se obsesionase con él y lo buscara hasta el cansancio, desatando invasiones a 2 países, e incluso limitando las libertades individuales de las personas en EEUU. Finalmente, en 2011 lo mataron, luego de mas de 10 años de persecución.

Pues bien, Bin Laden es lo primero que se me ocurre cuando nombran la palabra “terrorista”. Pero parece que en Argentina tienen una visión muy diferente a lo que significa ser un terrorista…

Hoy en Argentina ser terrorista es, dicho en palabras simples, todo aquel que no comparta el relato oficial y difunda una opinión diferente.

En este caso… yo perfectamente sería un “terrorista”. Por lo que ¿me pondría a la altura de Bin Laden? ¿Acaso maté a alguien? Si me fuese del país ¿me buscaría la INTERPOL por acciones de terrorismo en Argentina? Queda clarísimo que esta nueva ley no es más que un nuevo recurso del gobierno para callar a los opositores y anestesiar aún más a la gente que los votó, en especial a aquellos que reciben las prebendas del estado.
 
Citando de la Constitución:

            “Art. 14.- Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes que reglamenten su ejercicio; a saber: de trabajar y ejercer toda industria lícita; de navegar y comerciar; de peticionar a las autoridades; de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio argentino; de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa; de usar y disponer de su propiedad; de asociarse con fines útiles; de profesar libremente su culto; de enseñar y aprender.”

Como ya se sabe, es más fácil que Palestina se amigue con Israel, antes que en Argentina se respete la Constitución… por lo tanto, es inútil que se cite un artículo de la misma para defender al individuo.  El espíritu de la Constitución, pensada por Alberdi como bastión máximo para limitar a los gobiernos, ha dado un giro de 180º y es ahora un compendio de palabras simbólicas redactadas en 1853.

 Como conclusión, a partir de hoy me convierto en un “terrorista” para el gobierno de Argentina. Viviré con el miedo de que me multen por decir lo que pienso; con la bronca de no poder vivir libremente y de estar atado a la suerte del día a día; vivir a la expectativa de no saber si tendré que cerrar este blog por no ser oficialista; con la esperanza de tener algún futuro en este país…

Sin más digo ¡BIENVENIDOS A DICTADURA DE LA EX REPUBLICA ARGENTINA!    

viernes, 9 de diciembre de 2011

¡Vos sí! ¡Vos no!

Desde hace mucho tiempo es que tengo el interrogante sobre ¿cuándo se inventó el pasaporte? Y, más importante aún, ¿por qué, hoy en día, es lo primero que hay que tener si se quiere pasar de un país a otro?
 Citando:
            “En la última parte del siglo XIX y hasta la Primera Guerra Mundial, en general, no se requería pasaporte para  los viajes dentro de Europa, y el cruce de la frontera era fácil. En consecuencia, relativamente pocas personas  tenían pasaportes.” ¹

Primero y antes que nada, queda claro entonces que el pasaporte es un invento del último siglo para restringir las libertades individuales, trabando la posibilidad de los ciudadanos para salir de su país y, a la vez, dejar entrar al mismo a los extranjeros.

Ahora bien, ¿quién es el mayor beneficiado? Como no podía faltar, el Estado. En principio porque es el que decide quien entra y quien sale. Segundo, porque tiene el monopolio para  hacer el trámite con el correspondiente costo a cargo de los ciudadanos.

Uno de los argumentos en los que me baso para intentar abrir los ojos sobre este estúpido invento es el porque solicitar a los viajantes el pasaporte para entrar al país…¿Acaso los  viajeros internacionales vienen al país a insultar a los habitantes? ¿A asesinarlos? ¿A robar? NO! Claro que NO! Ellos vienen, justamente, a  hacer turismo, a trabajar, a ejercer toda actividad licita, a estudiar, a conocer lo popularmente llamado  “cultura” y por, añadidura, a dejar sus capitales en el país y aportar su mano de obra. Así ha sido siempre en la historia de la humanidad, hasta que los gobiernos decidieron hacer más difícil, cuando no imposible, ese movimiento espontáneo de la gente.
                           
Un poco de historia (no tan lejana): mi familia es de ascendencia italiana, llegados a  la Argentina junto con otros miles de inmigrantes (italianos, españoles, polacos, etc.), queriendo obtener en estas tierras un futuro mejor del que podían llegar a tener en sus países de origen. ¿Qué hubiese pasado si todos esos miles de inmigrantes hubiesen tenido que tener el bendito pasaporte para venir a la Argentina a vivir? Lo seguro es que más de la mitad de ellos, finalmente, no hubiesen llegado a estas tierras y nuestro país, tal vez, no sería lo que es hoy en día gracias al aporte multicultural de tantos inmigrantes.

Como conclusión, sostengo que el pasaporte no es más que un impedimento estatal a la libre circulación de las personas alrededor del mundo y que cualquier pasaporte (o lo que fuere parecido a ellos), debería ser eliminado, anulado y extinguido de los requisitos exigibles a todo viajero internacional.