lunes, 17 de junio de 2013

El pasivo del MAMDIS

¿Es el kirchnerismo el peor administrador de la cosa pública de la historia argentina? Se podría decir, rotundamente, que sí. Todo el tiempo escuchamos frases autorreferenciales que hacen alabanzas a Néstor Kirchner por el supuesto “pago de la deuda”. Pero puede que sea la falacia más grande del gobierno kirchnerista.

Veamos. Nunca en la historia de Argentina se ha recaudado más que en estos últimos diez años de gobierno. Un estado que avanza sobre la libertades individuales, expropiando y confiscando sin límite alguno. Sin embargo el país tiene miles de deudas…

Nos estamos refiriendo a las deudas por juicios entablados contra el país, que van desde casos nacionales hasta internacionales, de particulares hasta colosos empresariales.

Para darnos una idea de que monto estamos hablando, se puede tomar como referencia que las reservas del Banco Central son de unos casi US$ 39.000 millones. Y los reclamos a los que me refiero llegan a unos 77.000.000.000 de dólares, es decir mucho más que todas esas reservas. Y esto haciendo abstracción de que, de ninguna manera, los gobiernos pueden usar fondos de un órgano independiente, como un banco central, para pagar deuda pública. En este sentido, ya sabemos que los fondos de los bancos centrales son los activos que respaldan el pasivo de la base monetaria. En otras palabras, es el respaldo que tiene una moneda ante la confianza (o desconfianza) de la gente.

Y bien, estas cifras son demostrativas del coloso pasivo que está dejando la supuesta “década ganada” del kirchnerismo. Más claro aún: un país, virtualmente, fundido.

LOS JUICIOS Y DEUDAS

Analicemos brevemente los juicios que está afrontando la Argentina: son innumerables.

Estados Unidos,  Europa  y los mismos argentinos le hacen juicios a un gobierno que se extralimitó y avasalló todas las reglas de juego, tanto privadas como públicas, es decir verdaderos atropellos que pulverizaron la seguridad jurídica de la nación.

Dentro de los casos más relevantes se encuentran, en cifras aproximadas y agrupando según el tipo de deuda:

En tribunales internacionales:
  • Los jugosos US$ 11.177 millones de bonistas que no entraron a los leoninos canjes. Ciertamente, están muy bien defendidos por el juez Thomas P. Griesa, de la Corte del Distrito Sur de New York. Pueden llegar a ser unos US$ 20.000 si se le suman los intereses caídos.
  • US$ 9000 millones en deuda de la Argentina al Club de París.
  • Tramitados en  el CIADI (Centro Internacional de Arreglos de Diferencias relativas a Inversiones), con sede en Washington:
        • US$ 8.000 millones del juicio de Repsol por la confiscación de YPF.
        • US$ 1.560 millones del juicio de Marsans por la estatización de  Aerolíneas Argentinas.
        • US$ 400 millones de otras demandas internacionales menores.
 En el orden local:
  • US$ 23.600 millones de los fondos que administraban las AFJP que, si bien eran de propiedad de los aportantes (futuros jubilados), fueron confiscados sin compensación alguna. Es claramente, un pasivo contingente que se producirá en función de reclamos judiciales.
  • US$ 10.100 millones en demandas previsionales, de jubilados que exigen reajustes en sus haberes.
  • Juicios por accidentes en transporte público. El caso más conocido es el de las víctimas de la "Tragedia de Once",  donde el costo más grande fue la incalculable pérdida de 51 vidas y los más de 700 heridos que quedaron. Se calcula unos US$ 500 millones que el estado deberá pagar de indemnizaciones.
  • Unos US$ 400 millones de juicios de empresas mineras.
  • US$ 2000 millones, asignados en el presupuesto 2013 a pagarle a Venezuela.
  • US$ 1800 millones a PdVsa por deudas de compra de fueloil.

Thomas P. Griesa
¿Cómo es que, prácticamente, no se hable de todas estas multimillonarias deudas, en un país donde el día a día es una montaña rusa de noticias, los juicios son como fantasmas que nadie ve ni escucha salvo los propios perjudicados, a los que el gobierno responde con oídos sordos? ¿Ejemplos? A los jubilados les alargan los juicios esperando que mueran antes de llegar a un acuerdo o la aplicación de las sentencias. A los españoles de Repsol se les ríen en la cara intentando imponerles una suma mucho menor a la que deberían pagarles (y, sin embargo, no les pagan nada). A los bonistas estadounidenses que alguna vez depositaron su confianza en la Argentina les dicen, despectivamente, “fondos buitres”. Mientras tanto, todas las empresas estatales son deficitarias, la única manera de hacerle frente es mediante la coerción vía impuestos a un nivel nunca visto en el país, impuestos que el gobierno despilfarra en planes sociales y subsidios a empresas amigas.

¿Quién se va hacer responsable de estas deudas millonarias? El kirchnerismo seguro que no. ¿Quién es el que va a tomar la posta en 2015 y con qué escenario se va a encontrar? El silencio es casi total. De esto no se habla. Como vemos, el pasivo contingente es, sencillamente, enorme.

Digámoslo con todas las letras: el kirchnerismo está dejando un país en ruinas desde todos los puntos por donde se lo mire. Han hecho una estafa monumental a la ciudadanía argentina. Pero, como dice el refrán popular "no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista": en algún momento la era kirchnerista va a terminar y lamentablemente los que va a terminar pagando esta fiesta de estatismo son las futuras generaciones que nada tuvieron que ver con esto. Un gobierno que se jacta tanto de una “década ganada”, pero que al fin y al cabo está dejando una herida que ya comienza a ser la gran infección con una dolorosa verdad. Y esto sin dejar de tener en cuenta que el famoso “modelo acumulación con matriz diversificada e inclusión social” (Mamdis) tiene los días contados.

Algunas fuentes: Mecon, Ciadi, Anses, BCRA citadas por el diario La Nación

viernes, 31 de mayo de 2013

El control de precios, la inflación y una Argentina muy parecida a la vieja Alemania

El control de precios, íntimamente ligado a la inflación, es una ruina económica que hoy en día esta afectando a la Argentina.

Primero y antes que nada hay que definir y comprender que es la inflación y porque es tan peligrosa para el sano crecimiento de la economía de una país.

Tal y como define Alberto Benegas Lynch (h) en su libro Fundamentos de Análisis Económico, la inflación es la emisión monetaria por causas exógenas. Esto se explica de la siguiente manera: la moneda, al ser una mercancía como cualquier otra, está sujeta a la ley de oferta y demanda; si el mercado demanda, por ejemplo, 5% de moneda, el gobierno o quien sea que provea la moneda, entrega al mercado lo que éste necesita. Sin embargo, lo que es perjudicial es cuando se provee en excesiva cantidad, superando la demanda del mercado y generando así una pérdida de valor real de la misma, es decir, un aumento en la base monetaria.


Esta excelente definición contradice a la clásica enunciación que se aprende tanto en las escuelas como en las universidades, que dice, confundiendo efectos con causas, que la inflación es el “aumento general de precios”. Esta última definición es una falacia, dado que si todos los precios aumentan, incluido el salario que también es un precio, por ejemplo un 10%, esta inflación no afectaría en nada dado que los ingresos también aumentarían en ese porcentaje. Todo lo contrario: la inflación provoca un aumento dispar en los precios, generando entonces interminables pujas distributivas.

Para colmo, en estos días hasta en el más alto escalón del Ejecutivo se habló que el aumento en los precios era culpa de los comerciantes o empresarios. Pero, ¿es esto así? Decididamente, no. Las causas de la variabilidad en los precios se pueden deber, entre otros, a 2 factores. Uno tiene que ver con la esencia del capitalismo, el libre mercado, la acción humana del hombre. Y la otra, todo lo contrario, la intromisión del gobierno.

En el primer caso se debe a fenómenos endógenos, como destaqué antes, que corresponden a sucesos en el propio seno del libre mercado, por lo que nada tiene de preocupante. Son, en última instancia, señales para indicar en donde invertir y en donde desinvertir.

Mientras que en el segundo se da por sucesos exógenos: el manejo bancario del gobierno, la emisión espuria de “moneda”. Algo que es súper peligroso,  porque crea una burbuja ficticia, desviando de manera artificial los gustos de las personas y haciendo que las inversiones y los capitales se dirijan en direcciones erróneas.

Por lo tanto, es bueno destacar que los precios reales jamás pueden ser prisioneros de los gobiernos, sino que deben obligatoriamente manifestar las predilecciones de los individuos. Es más, la intervención gubernamental en la formación de los precios conduce, inexorablemente (y más temprano que tarde) a la conculcación de las libertades de los ciudadanos. Para los que crean que esto es una exageración del autor, los invito a repasar, brevemente, lo que sucedió en Alemania antes del nazismo y, que claro, sentó las bases para la entronización de Hitler en el poder. Pues bien, ejemplos de controles de precios hay cientos, pero quiero destacar entonces el caso de Alemania, ampliamente tratado en “Inflación y Control de precios” (Publicación del Instituto Integración Iberoamericano, México 1983).

En el mismo se señala que el contexto histórico se produce alrededor de la Primera Guerra Mundial que, en materia económica, no fue muy diferente a lo que es la Argentina de hoy en día: en ambos gobiernos se llevó y se lleva a cabo una política inflacionaria y un control de precios.

En el caso alemán, la producción de bienes y servicios directamente colapsó debido al control de los precios. De inmediato, el gobierno alemán dispuso un fracasado racionamiento de productos, mientras que el control se extendía no solo a los bienes sujetos al mismo, sino también a casi todo el conjunto de la economía.

El siguiente paso fue la centralización, a pasos acelerados, de todos los negocios bajo el ala del gobierno. Lo  previsto por el programa del presidente Hindenburg era la completa planificación central de toda la producción, era transformarse en un exacto y totalitario Commonwealth. Básicamente, lo que se quería hacer no era otra cosa que, como pretendían los socialistas, una Alemania donde la propiedad privada solo figuraba en lo coloquial, mientras que en la práctica era todo propiedad estatal.

El nacionalismo alemán glorificaba los logros de Zwangswirtshaft (la economía dirigida u obligatoria), lo definían como el más perfecto método para la realización del socialismo en un país predominantemente industrial como Alemania. Es más, este tipo de políticas fueron efectuadas  en otras oportunidades, por caso en 1931 con el canciller Brunning, que intentó retomar el Programa Hindnburg , aunque tiempo después los nazis realizaron un fortalecimiento más feroz de estas medidas.  

Ya en la Alemania nazi, el Reichswirtshaftsministerium (Ministerio de Economía del Reich) era el supremo director de toda la actividad productora. Toda empresa debía acatar las medidas que se les ordenaban. La clase dirigente de empresarios dejo de existir, pasando a ser meros empleados del partido nazi y la burocracia del Reich. Los privados ya no gozaban del fruto de su propio trabajo y las pocas ganancias que obtenían debían ser puestas donde el Ministerio de Asuntos Económicos les indicaban. Lo demás es historia conocida.

En otras palabras, el plan nazi del control de la economía significó un brutal cercenamiento de las libertades civiles y económicas, sin tomar en cuenta que, finalmente, se degradó en uno de los regímenes más feroces (no el único, ciertamente) que se hayan conocido en la historia de la humanidad.

A modo de conclusión, preocupa que en vez de atacar la raíz del problema, los gobiernos crean medicinas baratas que calman el dolor, pero que no matan la enfermedad. Debemos tener siempre presente el recuerdo de la Alemania de aquel entonces, la Alemania de 1923 donde el marco quedo devastado en una billonésima parte de su valor adquisitivo, una Alemania cada vez más parecida a la Argentina de nuestro tiempo. 

martes, 30 de abril de 2013

Máxima… ¡es lo que deberías hacer!

Máxima, al igual que todas las coronas existentes, son un reflejo del estatismo y la coerción. Pero ella puede cambiar en algo…

Al ser la primera reina extranjera, tiene una oportunidad única: enseñarle a los estatistas de todos los gobiernos y demás monarquías que está más allá de los nacionalismos y que impulsará con fuerza que se hagan reformas entre Argentina y Holanda.

Por ejemplo, que proponga que Argentina y Holanda sean como una misma región, sin trabas arancelarias, que los argentinos que quieran trabajar, estudiar o vivir en Holanda, lo hagan sin ningún problema, sin ninguna restricción, sin ningún impuesto raro, sin pedir visa ni ningún riguroso papel.

No tiene que ser un acuerdo/tratado entre Argentina y Holanda. Que lo impulse para Holanda-Argentina (si Argentina tuviese un mínimo de coherencia haría lo mismo para Argentina-Holanda), tiene ser una reforma de un país que se abre hacia el mundo.

Le recomiendo a esta nueva jerarca que sea el virus troyano dentro de la burocracia y que infecte al estatismo con ideas de libertad. Que haga esto y demostrará que medievales costumbres, como son los reyes aún existentes, hoy en día sirven para algo y que no están para inútiles cócteles sacándole a los contribuyentes euros para financiar su lujosa vida.


ATENCIÓN: esto que le recomiendo hacer a Máxima no es otra cosa que lo que los demás gobiernos tendrían que hacer entre todos los países del mundo. Pero esta vez veo una gran oportunidad, ya que ella al ser argentina sobrepasó al estatismo y se convirtió en una persona que, automáticamente, goza de todos los beneficios de vivir en Holanda. Que es, precisamente, lo que le debería pasar a cualquiera que pisara ese territorio europeo.

Máxima: no deposito mi confianza en vos respecto de que vayas a hacer las reformas que te digo… ¡¡¡pero es lo que deberías!!!